Un sector que no está dispuesto a ceder ante la sequía extrema y las presas vacías es el de los nogaleros en Jiménez, pues redujeron a la mitad su proyección de superficie de cultivo y aun así representa 11 mil hectáreas cuyo riego planifican con el uso de 700 pozos en esta región que se caracteriza por el abatimiento de mantos freáticos y que la extracción …
Se impone cultivo de nogal en Jiménez pese a sequía

Un sector que no está dispuesto a ceder ante la sequía extrema y las presas vacías es el de los nogaleros en Jiménez, pues redujeron a la mitad su proyección de superficie de cultivo y aun así representa 11 mil hectáreas cuyo riego planifican con el uso de 700 pozos en esta región que se caracteriza por el abatimiento de mantos freáticos y que la extracción es cada vez más profunda, por lo que el agua tiene altas concentraciones de arsénico. Esta medida avalada por la alcaldía permitirá que de otros cultivos como alfalfa, avena, cebolla y chile se puedan sembrar 1,200 hectáreas y dejará fuera a los pequeños ejidatarios, según Agrodinámica Nacional.
La sequía ha calcinado la esperanza de los agricultores en el estado. En municipios como Camargo y Delicias, donde la tierra siempre ha sido sinónimo de abundancia, el ciclo agrícola ha sido prácticamente aniquilado. Las presas están vacías, el agua no corre por los canales y los campos, que antes se mecían verdes y dorados bajo el sol del norte, hoy son un páramo polvoriento donde la desesperación se agazapa en cada grieta de la tierra seca.
Pero en Jiménez, un destino distinto parece haberse trazado. Aquí, donde las cosechas han aprendido a depender no de las caprichosas lluvias ni de los embalses cada vez más estériles, sino del agua subterránea, los pozos han asegurado un respiro. El alcalde Francisco Andrés Muñoz Velázquez lo confirma con un dejo de alivio en la voz: “El ciclo agrícola en Jiménez está garantizado”. Sin embargo, el tono de su declaración cambia rápidamente, tornándose sombrío. Porque lo que hoy parece un respiro, en realidad es solo una prórroga ante un problema inminente: el agua subterránea también se agota.Emilio Nájera, director de Desarrollo Rural, ha anunciado que la vida en el campo aún tiene esperanzas: 700 pozos agrícolas bombearán 200 mil litros por segundo, asegurando el riego para este ciclo y con ello una derrama económica anual de 2 billones de pesos. Pero detrás de los números fríos y las promesas de producción, se esconde una realidad implacable: el agua, como un fantasma, se desliza fuera del alcance de los hombres.